ESQUINA AMBIENTAL
De la última cumbre mundial de cambio climático
realizada en Durban (Sudáfrica), se concluye condena a la humanidad, en
especial a los países del Sur, mientras que los mayores contaminadores evaden
cualquier responsabilidad y aseguran los mercados de carbono para seguirse
lucrando con falsas soluciones a las causas del problema. El quid es la
ausencia de medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,
lo que llevará a un aumento mínimo de 4 grados en la temperatura media global
en tan sólo unas décadas. En el último siglo, el capitalismo industrial provocó
un aumento de la temperatura promedio de 0.8 grados centígrados, que se traduce
en desarreglos climáticos, como huracanes, sequías, inundaciones, menor
rendimiento de cultivos, derretimiento de glaciares y de hielos permanentes que
liberan grandes cantidades de metano, gas que tiene 20 veces peor efecto
invernadero que el dióxido de carbono.
El protocolo de Kioto estableció metas de reducción
obligatorias para los países industrializados con mayores emisiones de apenas 5
por ciento por debajo de los niveles de 1990. Aun así, Estados Unidos –que de
todos modos no firmó el protocolo–, exigió que se pudieran usar mecanismos de
mercado para la reducción de emisiones, con lo cual muchas supuestas” reducciones”
son solamente transacciones virtuales. Los mercados de carbono no han
servido para nada frente a la crisis climática, pero abrieron jugosos frentes
especulativos con la venta de créditos de carbono. Con muy malas notas y sin
efecto para bajar las emisiones, el Protocolo de Kioto finalizará su primer
periodo de compromisos en 2012.
Gobiernos de países del Sur querían abrir un
segundo periodo de compromisos, con metas mínimas acordes a las necesarias.
Pero ya en la conferencia de cambio climático en Cancún en 2010, en lugar de
compromisos obligatorios se aceptó declarar “promesas”, que si se cumplieran
(improbable), no llegarían más que a reducciones de 13 a 17 por ciento. Con un
proceso irregular como en Cancún, en Durban se aprobó de todos modos un segundo
periodo del protocolo de Kyoto, pero como un cascarón vacío. Sin metas de
reducción, sin compromisos vinculantes, sin mecanismos de control de
reducciones, pero cargando de obligaciones a los demás países que no están
entre los contaminadores históricos. Este proceso y plazo, es para
terminar de eliminar cualquier obligación de reducción, presionar a las
economías emergentes y traspasar la responsabilidad de la crisis climática a
las poblaciones de países pobres del sur, a través de mecanismos de mercado,
que nuevamente, favorecen a las trasnacionales de los países
industrializados.
Tanta irresponsabilidad ante las crisis y con las
generaciones futuras deben llevar a al conjunto de la humanidad a
sensibilizarse, organizarse manifestar algo más que su voz de protesta, porque
como vamos el panorama en el mediano plazo es bastante preocupante para el
futuro de la misma especie.
Twitter: @jairoamezquita