El “efecto invernadero” se refiere a la forma en
que es atrapada la radiación infrarroja de la Tierra, calentando así la
atmósfera. La radiación solar alcanza la Tierra a través de la atmósfera y
calienta su superficie. La energía almacenada es enviada de vuelta al
espacio como radiación infrarroja. Sin embargo, al ser menos potente que la
radiación entrante, es cada vez menos capaz de cruzar la barrera de ciertos
gases atmosféricos específicos conocidos como los gases de efecto invernadero. Es importante no confundir el efecto invernadero
natural, sin el que la temperatura media de la Tierra caería de 15ºC a -18ºC,
con la contribución del ser humano que intensifica el efecto, sobre todo a
través de emisiones de CO2 que tienen un crecimiento cada vez más rápido.
Hay dos maneras de reducir el CO2 de la atmósfera: reducir las emisiones
o eliminar y almacenar el CO2: reduciendo “las fuentes de carbono” y aumentando
“los sumideros de carbono.” Y la madera tiene la capacidad única de hacer ambas
cosas. Cada año, la humanidad contribuye con 7.900 millones de toneladas de
carbono a la atmósfera, de las cuales los sumideros de carbono absorben 4.600
millones de toneladas, lo que resulta en un incremento neto anual de 3.300
millones de toneladas. Este desequilibrio es tan agudo que no será suficiente
simplemente reducir las fuentes de carbono tal y como exige el Protocolo de
Kioto, sino que también deberán aumentar los sumideros de carbono, y una de las
formas más sencillas de hacerlo es mediante el uso de la madera. Los bosques
gestionados son sumideros de carbono más eficientes que los bosques que se
dejan en un estado natural. Los árboles más jóvenes, con un crecimiento
vigoroso, absorben más CO2 que los árboles maduros, los cuales finalmente se
mueren y se pudren, devolviendo su almacenamiento de CO2 a la atmósfera,
mientras que la mayor parte del CO2 de los árboles cortados en un bosque
gestionado sigue almacenada a lo largo de la vida útil del producto de madera
resultante. Debido a este contexto, en los últimos tiempos ha habido una
creciente conciencia respecto a la importancia de proteger el medio ambiente y
los posibles impactos derivados de los productos. Por ejemplo, el Análisis de
Ciclo de Vida es una herramienta que sirve para identificar oportunidades de
mejora en el desempeño ambiental de determinados productos en las diferentes
etapas de su vida.
Por lo tanto, debemos concienciarnos de la gran importancia de usar
madera, porque los propios aserraderos se encargan de invertir en el cuidado
del monte del que se suministran y a su vez estamos colaborando en la reducción
del efecto invernadero.
Datos: (CEI-Bois (2009)). Isabel María Llorente Díaz Ingeniero
Forestal (España)