Publicado en el N.S.
(Julio 03 de 2012)
Por : Horacio Serpa
Hoy hace 21 años promulgamos una nueva
Constitución Política, al término de las deliberaciones de la Asamblea Nacional
Constituyente. Fue un momento de gloria y de muchas esperanzas para el País.
Nunca antes funcionó una Corporación de esa naturaleza elegida popularmente, ni
nunca fue posible consolidar un constitucionalismo tan democrático, tan de la
gente, apoyado en la soberanía popular y sentidamente comprometido con la
noción de Estado Social de Derecho.
Más de cuatro lustros no han alcanzado
para poner en vigencia todas sus cláusulas. Al contrario. En el Congreso de la República , muchas veces
bajo la inspiración de los gobiernos de turno, se la ha reformado sin necesidad
y sin misericordia. No obstante, se mantiene su filosofía, gracias a la cual el
País ha podido soportar estos 21 años de sobresaltos. Muchos critican a la Constitución de 1991;
pocos se han puesto a pensar lo que hubiera sido de la democracia y de la vida
y suerte de muchos, si se hubiera seguido gobernando al son de las normas
contenidas en la
Constitución de 1886.
Imagínense: Estado de Sitio
permanente; Consejos Verbales de Guerra para los civiles; detenciones
administrativas; Gobernadores y Alcaldes nombrados por el gobierno nacional;
Cooptación en Corte y Consejo de Estado; Inmunidad Parlamentaria; Banco de la República dependiente de
la Presidencia ;
sin Planeación; sin Tutela; sin Justicia independiente; sin Acciones Populares;
sin Corte Constitucional; sin Fiscalía; sin Defensor del Pueblo; sin
regulaciones para los servicios públicos; con una Procuraduría subalterna del
gobierno; sin libertad religiosa; sin definiciones sobre igualdad étnica y de
género; con censura de prensa; con solo dos Partidos políticos, en fin, algo
realmente distinto a lo de ahora.
Pues esta democracia, los derechos
ciudadanos, la justicia independiente, no les gustan a algunos que han
comenzado a promover otra Constituyente para que expida una nueva Constitución.
Añoran el conservadurismo de Caro y la volteada de Nuñez. Quieren un régimen
autoritario con facultades extraordinarias al Ejecutivo para poder mandar sin
talanqueras, instituir un sistema rígidamente policivo, tal vez instaurar la
pena de muerte, controlar las noticias, declarar la guerra a los vecinos que no
comulguen con sus ideas; privilegiar una sola opción partidista y colocar a los
Jueces a sus omnipotentes órdenes. Ah…., también instituir la reelección
presidencial indefinida.
Este clamor coincide con la creación
de una organización contra el terrorismo, como si en el País no hubiere
autoridad y fuera cierto que se le ha dado vía libre a la delincuencia en sus
distintas modalidades. ¿Acabar el terrorismo con terrorismo? Esta y la anterior
son acciones de alto contenido político partidista, con dimensión electoral,
absolutamente sincronizadas.
Lo que debemos hacer los colombianos
es apoyar la Constitución
y conformar un gran Frente de Defensa de la Democracia , para que se
respete la vida, se reconozcan los derechos ciudadanos, no vuelvan ni las
chuzadas ni los falsos positivos, funcione la libertad de prensa y seamos
respetados a nivel internacional. Como están las cosas, no es mucho pedir.