13 de febrero de 2014

SENADO Y CAMARA

EL CUADERNO DE RICARDO


Por: 
RICARDO BELLO GOMEZ


A la hora de elegir las candidaturas a respaldar en las próximas elecciones legislativas es necesario recordar la razón de ser del Congreso y de sus dos cámaras, para que la elección nos permita investir a las y los mejores parlamentarios, las personas indicadas para interpretar de la mejor forma nuestras necesidades e inquietudes como sociedad.

El Congreso de Colombia no se encarga solo de hacer las leyes; sino que aparte de legislar, los congresistas son los responsables de aprobar el presupuesto, elegir varios de los altos cargos del Estado, ejercer el control político al gobierno, entre otras funciones. En términos generales uno debiera pensar en personas con la preparación académica y el conocimiento del Estado suficientes para responder a estas obligaciones; por supuesto, y esto sobraría, los congresistas debieran sobresalir por sus calidades morales y su compromiso de servicio público. Pero junto a estos criterios universales, el voto inteligente y sofisticado debería estar enfocado a la satisfacción, por parte de los congresistas, de nuestros intereses específicos como parte de la sociedad. No hablo de contratos o cuotas, sino de gestión efectiva a favor de la salud pública, la educación, el desarrollo económico de las regiones, la seguridad, y cada uno de los temas que como ciudadanos y ciudadanas consideramos prioritarios y pendientes por resolver. Ahí se vuelve interesante tener un Congreso lo suficientemente grande y con dos cámaras, siempre y cuando quede bien elegido, claro está.

Por una parte tenemos el Senado de la República, con 100 ciudadanos elegidos en el ámbito nacional más otros dos representando la circunscripción indígena. El espíritu que la Constituyente quiso imprimirle al nuevo Senado era el de la diversidad; la circunscripción nacional, aunque ya está en mora de reformarse, permitió la llegada de voces minoritarias y disímiles al Congreso y terminó de consolidar al Senado como el foro de los grandes debates nacionales. Quizá más allá del origen regional de los aspirantes, que de todas formas es un criterio válido, es su plataforma y la fuerza de su causa lo que debería orientar el voto para el Senado de la República.

Por otra parte está la Cámara de Representantes: 166 curules distribuidas entre los 32 departamentos, el Distrito Capital, las minorías étnicas, los colombianos en el exterior y las minorías políticas. Este es el foro de lo territorial, de las regiones, el escenario idóneo para expresar las necesidades de cada circunscripción. Sin embargo resulta lamentable que mientras los representantes de las provincias sacan la casta para defender proyectos a favor de sus departamentos, los de Bogotá rara vez se destacan por salir en defensa de la ciudad. Antonio Navarro, Gina Parody, Gustavo Petro, Armando Benedetti o Simón Gaviria, son dirigentes que han salido electos como representantes a la Cámara por el Distrito y aunque han realizado significativas labores en el Congreso, lo han hecho proyectándose como figuras nacionales, olvidándose, muchas veces, de su compromiso primario con el electorado bogotano.

La responsabilidad de los colombianos y colombianas que elegiremos para integrar el Senado y la Cámara el próximo 9 de marzo es gigantesca. A pesar de tener tareas muy similares, su forma de elección delimita mejor lo que deberíamos exigirles a los miembros de cada corporación; pero por encima de todo, los electores debemos votar con la intención de reclamarle a los electos su gestión real como agentes transformadores de la sociedad, para eso es la política.

Twitter: @ricardoAbello