28 de octubre de 2010

Legalización de la Marihuana


Este martes 2 de noviembre puede suceder un hecho histórico en la medida que los habitantes del Estado de California en el occidente norteamericano decidan en el referendo que la legalización del consumo de la marihuana. Si es así será una prueba más de la incapacidad de los gobiernos de los países consumidores y productores de narcóticos en su ya larga e inoperante lucha contra el tráfico ilícito y todas las desgraciadas consecuencias de dolor, sangre y corrupción que le han generado las astronómicas utilidades que deja la ilicitud del negocio. Este tipo de temas también generan reacciones tendenciosas y polarizantes pero lo claro en mi opinión que nuestra atribulada nación y recientemente México han padecido como nadie la sangre derramada y la lucha sin cuartel contra el narcotráfico por lo que deben estar alertas a los resultados del referendo para iniciar de una vez por todas un campaña a nivel mundial por la legalización del suministro de droga y así evitar de una vez por todas las consecuencias de la ilicitud. 

La prohibición de las drogas tiene peores consecuencias que las que hubo por el alcohol en los años veinte en Norteamérica. De una vez por todas se debería reconocer el rotundo fracaso de la política de confrontación total, los gobiernos se han empeñado en gastar más y más recursos en un esfuerzo inútil por detener el comercio ilegal de narcóticos. Legalizar el suministro de las drogas mitigaría significativamente sus terribles consecuencias. Se pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico. Con la desaparición del narcotráfico disminuiría la problemática social relacionada con esa actividad. La prohibición de las drogas no detiene su comercio. Según las Naciones Unidas, el tráfico de drogas genera $400.000 millones anuales, lo cual representa un 8% del comercio mundial, botín que es una tentación irresistible para los criminales y corruptos. Se reduciría el precio de las drogas. Significaría que mucha gente adicta no tendría que robar o prostituirse para pagar el precio en el mercado negro. 

Legalizar las drogas conllevaría a que su fabricación se someta a las regulaciones propias de un mercado legal. No existen controles de calidad ni venta de dosis estandarizadas, lo que causa niveles de mortalidad altos a causa de sobredosis o envenenamiento. El narcotráfico ha extendido sus tentáculos en la vida política de todos los países. Los narcotraficantes y sus carteles y ahora microcarteles, la guerrilla, el paramilitarismo y la corrupción son los más beneficiados con la prohibición, y las acciones anti-drogas sirven para eliminarles la competencia que enfrentan. La legalización acabaría con esta nefasta alianza del narcotráfico y el poder político. Los gobiernos dejarían de malgastar miles de millones de dólares en el combate de las drogas, recursos que serían destinados a combatir a los verdaderos criminales: los que le violan los derechos a los demás (asesinos, estafadores, violadores, ladrones, grupos terroristas). Además, la legalización ayudaría a descongestionar cárceles, inundadas por gente cuyo crimen fue el consumo de substancias que están prohibidas por la ley. Todos estos esfuerzos por combatir el tráfico de drogas han sido casi inútiles. Con la legalización se acaba el pretexto del Estado de socavar nuestras libertades con el fin de llevar a cabo esta guerra contra las drogas. Intervenciones telefónicas, allanamientos, registro de expedientes y hojas de vida, censura son actos que atentan contra nuestra libertad y autonomía como individuos. 

La legalización lograría que la sociedad conviva con las drogas como lo ha hecho con sustancias como el alcohol y el tabaco. El aprendizaje social es sumamente valioso para poder disminuir e internalizar los efectos negativos que se derivan del consumo y abuso de ciertas sustancias. Sin embargo, políticas como las de la prohibición, al convertir a los consumidores en criminales, desincentivan la aparición de comportamientos y actitudes sociales necesarios para poder tratar adecuadamente con políticas de salud pública los problemas de la adicción y el propio consumo a temprana edad de tan malignas sustancias.