Publicado en el N.S.
Por : Horacio Serpa
Colombia
es uno de los países más desiguales del mundo.
Es una vergüenza. El centro de este debate gira alrededor de la
propiedad de la tierra. El Informe de Desarrollo Humano Colombia 2011 del PNUD,
concluye que “el 52 % de la gran propiedad está en manos del 1,15 por ciento de
la población; mientras que el resto tiene sólo pequeñas y medianas posesiones”.
El documento revela que el coeficiente de GINI, que mide la desigualdad, en
Colombia es del 0,85, el máximo es uno, lo que ubica al país entre los más
desiguales del mundo, superado en la región por Brasil, que está en 0,87. Colombia ocupa el puesto 79 entre 193
naciones. Esa enorme concentración de la propiedad de la tierra explica por qué es la causa de la
guerra en Colombia. Actores: la guerrilla, el paramilitarismo y el
narcotráfico. Es, además, el origen de la concentración del poder político,
económico y social. Es la razón de millones de desplazados forzados, mujeres y
niños; de la más enorme contrarreforma agraria que el país recuerde que hizo
que 6.6 millones de hectáreas pasaran a manos de paramilitares,
narcotraficantes y políticos corruptos;
de luchas sociales que expresan la inconformidad de quienes padecen
pobreza, exclusión, marginalidad, olvido. Es, en concepto del PNUD, el factor
que frena el desarrollo humano.
Por
ello nada tan pertinente como la aplicación de la ley de víctimas y tierras, que
significa la más importante acción del Estado para reconocer los derechos de
quienes fueron despojados de sus tierras, en una acción criminal coordinada por
actores armados, agentes del Estado y dirigentes políticos. Lo que se ha
revelado muestra una conspiración que no
puede quedar impune. Hasta ahora han sido devueltas 495 mil hectáreas a sus
antiguos dueños. La tarea en este campo es monumental y de ella dependerá, en
gran medida, la construcción de bases sólidas para un proceso de reparación,
justicia y paz en Colombia. Los desmovilizados de los grupos paramilitares, en
sus declaraciones ante los fiscales de justicia y paz, han revelado los métodos
crueles de despojo de la tierra en sus zonas de influencia. Ese proceso de
desangre y desplazamiento forzado, por desgracia para todos, sigue ocurriendo.
Los bandidos no se resignan a perder lo que consideran suyo. La guerra
continúa. Y la pobreza aumenta.
La
prioridad es la reconciliación nacional. Eso lo tiene claro el Presidente
Santos. Pero hay que ayudarlo a avanzar en ese camino. Nuestra obligación es
estimular el proceso de justicia y paz, la aplicación de la ley de víctimas y
tierras y la creación de una institucionalidad para la reconciliación. Los
cambios profundos que se han iniciado no pueden tener reversa. Deben conducir a
la equidad, a la fractura de la desigualdad, que como dice el PNUD, se
transmite de generación en generación e impide el desarrollo y el
fortalecimiento de la democracia
27
de Septiembre, 2011
Twitter: @HoracioSerpa
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