(Octubre 31 de 2012)
Por : Horacio Serpa
El presidente Santos dijo en la Convención de la
“U”, que los partidos no tienen dueño particular sino que son de sus
integrantes. Sin embargo, recordó a los asistentes que fue su organizador y
fundador, a pesar de la desconfianza del Palacio de Nariño, es decir, del
doctor Álvaro Uribe. En otras palabras, el Presidente fue a reclamar lo suyo y
a quedarse con el Partido. Lo consiguió. Quedó claro que quienes no estén de
acuerdo con su proyecto político y con su gobierno deben buscar otra carpa.
Esa era la gran expectativa: el encuentro de los
dos líderes de la “U” y de la política nacional en el seno del Partido que hoy
es la máxima expresión política de Colombia. Tácticamente manejado el evento,
el expresidente Uribe lo inauguró y el presidente Santos lo clausuró.
Cada uno podía decir lo que quisiera con amplitud. A fe que lo hicieron. Uno y
otro se lanzaron más que dardos. Fueron verdaderos sablazos que cada quien
dirigió a las partes vitales de su oponente, como para que no sobreviviera.
Para entenderse en el lenguaje de lo político, fue una lucha de gladiadores, a
muerte.
El expresidente, como es su carácter y su
costumbre, fue al grano. Con su liderazgo y el aplauso de quienes lo han
seguido con ciega pasión, criticó sin ambages al Presidente y al Gobierno sobre
diferentes tópicos, pero de manera especial sobre el proceso de paz. En esta
materia, como se dice, “no dejó títere con cabeza”. Llegó hasta el tremendismo
en diferentes alusiones, como cuando dijo que se estaba abriendo paso a un
régimen Chávez-castrista.
El actual Mandatario, de quien se esperaba que
sólo al final de su intervención se refiriera a los duros embates de su
antecesor, abrió fuego desde las primeras frases. “No vengo como un rufián de
barrio” a intimidar o a buscar lo que no es mío, dijo con agudas palabras, y
criticó, para decírselo a Uribe, a los que por debajo del poncho pretenden
hacerle daño al unionismo y a su gobierno. Fue claro y contundente. Expresó que
está cumpliendo el compromiso que tiene con el país y no va a permitir
que la mala leche de unos dé al traste con los buenos propósitos de muchos.
Uribe y Santos, por razones de la política que
es dinámica, cambiante, impredecible e indescifrable, son incompatibles. Hoy el
uno no puede ir con el otro. Piensan distinto del país, sus discursos difieren,
sus intereses son contradictorios y sus rutas no se encuentran. No se aguantan.
Las Convenciones partidistas sirven para
resolver contradicciones internas. Fue lo que ocurrió el domingo. Pese a los
aplausos para el expresidente Uribe, el presidente Santos se apoderó
legítimamente del Partido de la “U”, lo que es bueno para los colombianos y un
apoyo contundente al proceso de paz.
Uribe seguirá la lucha en la oposición. Seguramente
busque el Senado. La contienda se mantiene porque Santos no se le queda atrás.
Twitter: @HoracioSerpa