8 de enero de 2010

A propósito del TLC

Observando al presidente de la república suplicando a los Estados Unidos que suscriban cuanto antes el Tratado de Libre Comercio porque con eso en sus palabras encontraremos la salida a la “encrucijada” económica en que vivimos los que no pertenecemos a los sectores privilegiados por las decisiones del gobierno nacional como los pocos dueños del sector financiero y a los escasos industriales que se beneficiarían con el magno tratado. Esa gran mayoría de la sociedad sólo ha visto incrementarse los niveles de desempleo, pobreza, falta de oportunidades y física hambre como se ve en los niños que se mueren a diario por desnutrición.

No es sino ver los resultados para la economía mexicana después de 15 años de entrado en vigor el salvador TLC, su primer impacto fue la supresión gradual de leyes que mantenían derechos fundamentales de los trabajadores y campesinos. Claro, en Colombia el régimen ha abonado suficientemente el terreno porque las garantías que quedan habría que buscarlas de la misma manera como el Mitológico Diógenes buscaría hoy con su Linterna en los políticos uribistas valores como solidaridad y responsabilidad social.

El campo mexicano sucumbió por la competencia desleal de los productos subsidiados norteamericanos, que inundaron sus mercados. México que fue exportador de azúcar y maíz, ahora compra edulcorantes y granos transgénicos al norte de sus fronteras. En el plano laboral y sindical, el estado suprimió las garantías que tenían sus trabajadores para hacer al país “más atractivo a los inversionistas extranjeros”. Hoy existe una fuerte protesta en México para que no se privaticen los servicios energéticos, como los de electricidad, gas y petróleo, a los que el gobierno ha retirado todo acompañamiento oficial para hacerlos ver como inoperantes.

El presidente Vicente Fox durante su mandato intentó infructuosamente vender estos sectores. Otro efecto es la reducción d el salario mínimo en términos reales (cualquier parecido será coincidencia?)

El TLC con México se encargó de profundizar los procesos de privatización y de impulsar una apertura indiscriminada de los diferentes sectores de la vida social y económica al capital foráneo. Lo único que le ha dejado a los mejicanos el famoso TLC fue una peor distribución de las riquezas nacionales país, en la misma medida en que aumentó la precariedad del empleo y disminuyó progresivamente el monto de los salarios en términos reales. En los últimos 10 años las condiciones de vida de los mejicanos en general y, sobre todo, la de los pueblos indígenas han retrocedido a niveles de la época de la colonia.

Si miramos en el contexto tercermundista los resultados de esos acuerdos son muy parecidos, son en esencia desventajosos, solo llevan beneficios para un grupo minoritario de banqueros, empresarios y políticos gobiernistas, quienes curiosamente ven aumentar su capital y se constituyen los abanderados de las bondades de esos acuerdos multilaterales. En todos esos países se ha generado una creciente oposición desafortunadamente cuando ya están padeciendo sus consecuencias.

De tal suerte, que vayámonos preparando en caso de que Estados Unidos suscriba el TLC, a un escenario todavía peor que el que vive la mayor parte del pueblo colombiano. Vale aclarar, en el punto de la historia en que nos encontramos uno no puede estar en contra per se de los acuerdos con otros países y la necesidad de vincularnos a la globalización y a la competencia en los mercados internacionales, pero primero tenemos que mirar el grado de desarrollo tecnológico que tiene nuestra infraestructura nacional en lo agrario, lo industrial, lo portuario, los canales y vías de comunicación y en general todos los sectores y el apoyo estatal con que han contado para su modernización. Para poder competir en términos de equilibrio o de ventajas comparativas… lo que hasta hoy se sabe es que del TLC con Colombia es que nos tenemos que preparar a comernos lo que a los norteamericanos no les gusta, ejemplo, los cuartos traseros del pollo y quien sabe que más situaciones indecorosas. Claro, no faltara aquel que todavía defiende el régimen diciendo que esas partes del pollo son las que mejor saben.