23 de junio de 2013

Un aplazamiento inconveniente



Por Juan Fernando Cristo

Tomada de La Opinión, de Cúcuta


Sorprendieron la FARC esta semana en el inicio de la nueva ronda de conversaciones en La Habana que se dedicará al tema de la participación política de esta guerrilla en caso de culminar con éxito el proceso de paz. Es una minoría la que piensa en Colombia que se puede encontrar una solución al conflicto armando, sin abrir espacios políticos reales a quienes hoy pretenden equivocadamente tomarse el poder por las armas. No hay proceso de paz en el mundo entero que no haya culminado con los guerrilleros echando discursos en lugar de bala. El caso colombiano no será la excepción. Solo la ultraderecha delirante insiste en que la negociación con las FARC se debe limitar a acordar los términos de la entrega de armas y la reinserción de sus miembros. 

Por ello es tan importante este segundo punto en la agenda acordada entre el gobierno y las FARC y en este caso el Estado colombiano debe ser suficientemente amplio y generoso para permitir que quienes se reinserten a la vida civil puedan hacer política, buscar mediante el voto popular el poder local y regional, con todos los espacios, en condiciones de igualdad y especialmente con plenas garantías de seguridad para los integrantes de este grupo subversivo, para evitar que se repita el doloroso episodio del exterminio de la UP hace dos décadas. Es transcendental llegar a acuerdos en este propósito que no solamente faciliten la participación de las FARC en la lucha democrática del país, sino que además amplíen los espacios políticos para nuevos movimientos sociales y ciudadanos. Se debe avanzar en materia de estatuto de oposición, acceso a medios de comunicación y construcción de un sistema electoral imparcial, moderno y transparente. 

Son tan importantes estos propósitos de ampliación y mejoramiento de nuestra democracia, que es difícil entender porque las FARC buscan, de manera sorpresiva, comenzar la discusión de este segundo punto con una propuesta que en la práctica resulta inviable en las actuales circunstancias y distrae la atención de la mesa y del país en momentos en que nos deberíamos concentrar en sacar delante de manera eficaz y rápida la agenda pactada. Es simplemente imposible siquiera pensar que el presidente Santos, un demócrata que ha demostrado respeto por la institucionalidad del país, pueda plantear una ampliación de su propio periodo alterando, en contravía de la constitución y la ley, el calendario electoral que ha sido sagrado en nuestro sistema democrático y pieza fundamental de la estabilidad institucional colombiana. 

Además, no hay a la vista ningún mecanismo legal que permita hacer realizable una propuesta de esta naturaleza y jamás será una buena idea consolidar un proceso de paz, como lo pretenden las FARC, sobre la base de violar abiertamente la Constitución del 91 a la que todos debemos acatamiento y respeto. 

Es importante entonces, que los diversos sectores políticos del país pidamos a las FARC que en lugar de estar lanzando audaces e inviables propuestas, se concentren en la agenda pactada con el gobierno que es lo que esperamos la inmensa mayoría de los colombianos que le apostamos al éxito de este proceso y estamos dispuestos a apoyar los acuerdos que se suscriban en La Habana, comprendiendo que en ellos habrá que ser amplios y generosos con las FARC en materia de desarrollo rural, participación en política y reincorporación a la vida civil, siempre sobre la base que ellos tengan la decisión política clara de dejar las armas, abandonar actos terroristas, reconocer, decir la verdad y pedir perdón a sus víctimas. 

A concretar entonces acuerdos en la agenda y no soltar globos de distracción es lo que deben comprometerse las FARC. En eso está el gobierno.



*Senador de la República por el Partido Liberal