28 de agosto de 2012

La solución está en lo social

Publicado en el N.S.  
(Agosto 22 de 2012)

Por : Horacio Serpa

De muchas cosas se habla en estos días, importantes en general, pero no todas constructivas. El ruido de la confrontación violenta, su agitar, los constantes comentarios sobre muertos, secuestros, ataques, bombas, destrucción y el drama de las familias y de los huérfanos, que de todo ello es la guerra, no dan espacio para examinar a fondo el tema principal. Nada hay más grave en nuestro país ni tan urgente de solución, que la desigualdad.

Muchos dirán: “la paz es lo más necesario”. De acuerdo. Pero es que el conflicto violento que nos afecta hace medio siglo se debe en buena parte a la desigualdad. Y alcanzar la paz pasa de alguna manera muy importante por derrotar la desigualdad.

Tenemos delicadas situaciones de pobreza, una de las más perversas manifestaciones de la desigualdad. La educación no es de calidad ni tiene la cobertura requerida, porque somos una Nación con altos índices de desigualdad. Y mientras no tengamos buena educación nunca alcanzaremos los niveles de equidad que merece nuestra sociedad. Y como somos desiguales la brecha digital será todos los días más grande y nunca vamos a alcanzar el desarrollo que nos permita tener empleo y bienestar.

La delincuencia en alto grado es también un reflejo de la desigualdad. Las sociedades sin educación, sin salud, sin vivienda, sin servicios públicos, sin ingreso, anidan expresiones de agresividad, desesperanza, inconformidad, violencia y algunos sectores son proclives al crimen y a la subversión.

Siempre hemos tratado de resolver los problemas por lo inmediato, por lo que alcanzamos a ver en la primera mirada. Como hay muchos delincuentes, invirtamos el presupuesto en cárceles. Si existe congestión en los Juzgados, más Juzgados. Si hay protestas y marchas, es que la guerrilla está detrás. Si aparecen más pobres, a incrementar los programas asistenciales. Si la gente se enferma, más reformas a la Ley 100. Si hay desajuste general, toca convocar una Constituyente. Todo así, por encima, a la ligera. Como denuncia la gente: “con pañitos de agua tibia”.

Ir al fondo es tener una agenda social estructural, que atienda lo inmediato pero que de manera especial asuma un compromiso de largo plazo con el que nos comprometamos todos los colombianos. Que no sea simplemente un decir.

Los gobiernos deben estar al frente, claro. Pero no sólo los gobiernos, porque esa actitud facilista es parte del mal. ¡Todos!

El Congreso Nacional debiera asumir el tema social, por cuestiones de equidad y porque sería una actitud reivindicadora que le daría muchos folios con el pueblo. Los partidos tienen un espacio grande para ocupar en este compromiso.

El empresariado, desde luego. Debemos salir de esa aguda contradicción en la que los medios informan al mismo tiempo la aguda pobreza de la gente y las abultadas ganancias del sector privado.

A la propia comunidad le corresponde tener protagonismo en el propósito colosal de dejar de ser el cuarto país más desigualdad del mundo. Así tendremos democracia, paz, convivencia, progreso y bienestar.


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