Publicado en el N.S.
(Agosto 22 de 2012)
Por : Horacio Serpa
De muchas cosas se
habla en estos días, importantes en general, pero no todas constructivas. El
ruido de la confrontación violenta, su agitar, los constantes comentarios sobre
muertos, secuestros, ataques, bombas, destrucción y el drama de las familias y
de los huérfanos, que de todo ello es la guerra, no dan espacio para examinar a
fondo el tema principal. Nada hay más grave en nuestro país ni tan urgente de
solución, que la desigualdad.
Muchos dirán: “la
paz es lo más necesario”. De acuerdo. Pero es que el conflicto violento que nos
afecta hace medio siglo se debe en buena parte a la desigualdad. Y alcanzar la
paz pasa de alguna manera muy importante por derrotar la desigualdad.
Tenemos delicadas
situaciones de pobreza, una de las más perversas manifestaciones de la
desigualdad. La educación no es de calidad ni tiene la cobertura requerida,
porque somos una Nación con altos índices de desigualdad. Y mientras no
tengamos buena educación nunca alcanzaremos los niveles de equidad que merece
nuestra sociedad. Y como somos desiguales la brecha digital será todos los días
más grande y nunca vamos a alcanzar el desarrollo que nos permita tener empleo
y bienestar.
La delincuencia en
alto grado es también un reflejo de la desigualdad. Las sociedades sin
educación, sin salud, sin vivienda, sin servicios públicos, sin ingreso, anidan
expresiones de agresividad, desesperanza, inconformidad, violencia y algunos
sectores son proclives al crimen y a la subversión.
Siempre hemos
tratado de resolver los problemas por lo inmediato, por lo que alcanzamos a ver
en la primera mirada. Como hay muchos delincuentes, invirtamos el presupuesto
en cárceles. Si existe congestión en los Juzgados, más Juzgados. Si hay
protestas y marchas, es que la guerrilla está detrás. Si aparecen más pobres, a
incrementar los programas asistenciales. Si la gente se enferma, más reformas a
la Ley 100. Si hay desajuste general, toca convocar una Constituyente. Todo
así, por encima, a la ligera. Como denuncia la gente: “con pañitos de agua
tibia”.
Ir al fondo es
tener una agenda social estructural, que atienda lo inmediato pero que de
manera especial asuma un compromiso de largo plazo con el que nos comprometamos
todos los colombianos. Que no sea simplemente un decir.
Los gobiernos deben
estar al frente, claro. Pero no sólo los gobiernos, porque esa actitud
facilista es parte del mal. ¡Todos!
El Congreso
Nacional debiera asumir el tema social, por cuestiones de equidad y porque
sería una actitud reivindicadora que le daría muchos folios con el pueblo. Los
partidos tienen un espacio grande para ocupar en este compromiso.
El empresariado,
desde luego. Debemos salir de esa aguda contradicción en la que los medios
informan al mismo tiempo la aguda pobreza de la gente y las abultadas ganancias
del sector privado.
A la propia
comunidad le corresponde tener protagonismo en el propósito colosal de dejar de
ser el cuarto país más desigualdad del mundo. Así tendremos democracia, paz,
convivencia, progreso y bienestar.
Twitter: @HoracioSerpa