2 de abril de 2010

Tiempos de reflexión


Esperemos que esta semana santa haya sido la oportunidad para muchos colombianos sobre la difícil coyuntura histórica que estamos atravesando y la importancia de nuestras propias decisiones sobre el futuro para los nuestros y para el conjunto de la sociedad. El día que la mayoría de los miembros de la sociedad entendamos que nuestro voto no es solamente un derecho sino un deber y que debemos elegir en función del respeto a lo público, la coherencia política y en función de la propuesta programática que consideremos al más seria y que vaya a trabajar por solucionar de verdad la problemática de las mayorías pero en la realidad y no en el discurso. No podemos dejarnos convencer por las soslayadas e interesadas encuestas, pensemos que en este país las encuestas no se hacen para medir la opinión en un momento dado, se hacen para formar la opinión y conducir a la gente a la desesperanza y pensar en el “voto útil” para “montarse ilusoriamente” en el bus de los ganadores, que según encuestas sería el de los noemicistas y santistas, claro sería el bus de los ganadores… pero para viajar directo a un abismo todavía más tétrico que en el que vivimos. 

Resultaría por lo menos increíble que la gente premiara los supuestos ganadores en las encuestas que no son más que alter egos del régimen imperante y nefasto que busca por todos los medios postergarse más allá de los tristes doce años que lleva generando esas cada vez más pesadas cargas para la mayoría de los colombianos, desempleo creciente, pobreza y miseria generalizadas, la “confianza inversionista” que tanto pregonan no ha cautivado grandes inversiones extranjeras en industrialización y creación de nuevas empresas, sólo ha traído capitales financieros especulativos que invierten y sacan enormes ganancias sin y se van como llegaron, sin saldos positivos para nuestra patria por llegar exentos de impuestos y de controles. Más brillantes logros del nefasto y corrupto régimen como el acceso costoso a la salud sin calidad ni oportunidad, educación sin calidad que se refleja en la falta de cultura y visión crítica en lo político y en lo económico, verdaderos positivos y chuzadas desde el estado permanentes y sin castigo, corrupción galopante en todos los ministerios y organismos estatales no es sino acordarnos de agro ingreso seguro y los 350 milloncitos de dólares para las pistolas de la policía, la entrega de la reserva petrolera a la sin experiencia empresa petrolera de Bush, el incremento desmesurado de la inseguridad ciudadana en los centros urbanos, los “migrantes urbanos” según el gobierno que no son más que desplazados por la violencia armada y económica que azota nuestros campos (se calculan en más de 4 millones los desplazados), la estrategia de convertir nuestros jóvenes estudiantes en sapos (informantes) poniendo en peligro latente sus vidas por 100 mil pesos, la satanización como terroristas guerrilleros de cualquier opinión divergente a la del establecimiento. Espero que los defensores de nada no salgan a decir que son inventos nacidos en un resentimiento. 

Y todo a costas de los escasos logros de la seguridad democrática y su lucha personal contra las terroristas FARC convirtiéndolas en el único Satán de los colombianos, y sin lograr acabarlas como se ha debido después de tanto esfuerzo presupuestal del conjunto de la sociedad. Y no las van a acabar mientras no se ataque el narcotráfico, verdadera raíz del problema por sus inconmensurables recursos que se convierten en fuentes de financiación de estos actores de la violencia, al igual que los carteles y los grupos emergentes resultado de la supuesta erradicación de los paramilitares. Los problemas de Colombia los tenemos adentro y no en las fronteras. Esperemos que las desesperanzadoras encuestas que exaltan los medios de comunicación proclives al gobierno, sean parte de las tretas del régimen para mantenerse en el poder y no lo que realmente piensan nuestros conciudadanos, porque de concretarse en la realidad sería como si los condenados al paredón fueran cantando de alegría y gritando emocionados a favor de sus verdugos.