HYNTIBA ROJO
Por: JAIRO AMEZQUITA SOLER
A pesar de la “volteada” oportunista en el lenguaje por parte de la campaña uribista, los colombianos de bien sabemos del talante guerrerista y las soluciones del “camino corto” y cantos de sirena a que nos tiene acostumbrados la ultraderecha colombiana. Nunca mencionan sobre la judicialización de prácticamente todos sus integrantes, las cuentas pendientes de todos, (al parecer la exdirectora del DAS tendrá por fin que venir a rendir cuentas). En la coyuntura no es sino observar cómo llegan el sátrapa y su marioneta no con asesores políticos sino con abogados penalistas a los escenarios donde son convocados para prevenir cualquier inconveniente con la justicia que se les pueda presentar.
Pero recordemos que es la derecha, es un segmento del espectro político que promulga la diferencia social como algo secundaria e irrelevante. Defiende el predominio a cualquier costo de la libertad individual frente al colectivismo, la confesionalidad frente al laicismo, la propiedad privada frente a propiedad pública, la igualdad de oportunidades frente a igualdad de resultados, el tradicionalismo frente a reformismo social, el conservadurismo frente al liberalismo. Se destacan por hablar favorablemente de favorecer la riqueza a través de la libre competitividad.
La ultraderecha en esta campaña presidencial se ha destacado por ser astutos en articular la política criminal con la politiquería tratando desligarse de todas sus cuentas aún pendientes de los nefastos ocho años del Sátrapa, chuzando, amenazando que va a presentar pruebas sobre denuncias escándalos y no presentarlas cuando toca, apelando aquella máxima lureanista de “calumniad, calumniad, que algo queda” y el voltearepismo, que llaman cambio de opinión de sus propuestas de acuerdo al oportunismo del momento como en el caso de los diálogos con el terrorismo.
Este país es totalmente indolente con los sectores desfavorecidos de la sociedad, es la razón del inusitado crecimiento de la propuesta de la ultraderecha, ven el conflicto interno con los diferentes grupos facinerosos como algo ajeno a su entorno, como sus hijos no van a la guerra. Y si a eso le sumamos la deformidad del modelo de educación en lo que hace a la calidad en esta patria, es el caldo abonado para los aterradores acontecimientos.
Como dice un amigo, no precisamente el director de este medio de comunicación, “Uribista es el que defiende las ideas de Uribe, Antiuribista el que las entiende”… Ojo pues compatriotas que lo que está en juego no son unas simples elecciones es el propio futuro de la patria, entre el Estado Social de Derecho, el de las instituciones y el estado de “opinión”, mesiánico del caudillismo populista.
Twitter: @jairoamezquita