Parece que por fin en el ámbito de quienes toman decisiones políticas se comienza a hablar en serio sobre la urgencia de implementar un enfoque diferente en la lucha mundial contra el narcotráfico, el presidente de Colombia en reciente entrevista con un diario británico manifestó su disposición a participar del proceso de replantear el cuento. Es cierto que el enfoque debe ser de carácter mundial, pero debemos hacer las primeras jugadas porque si no todos los países y en especial los consumidores se quedarán esperando que los demás actúen. De lo contrario seremos de los países que seguiremos cargando con las nefastas consecuencias de la prohibición. No puede ser que algunos personajillos de pronto hoy huérfanos de poder, todavía consideren que la “legalización” es una Utopía y que no habría impacto en el consumo, que va en contra de los principios morales y religiosos, que el único camino es la lucha frontal sin importar los ríos de sangre en nuestros terruños ni toda la economía coyuntural y desastrosa que genera tan desgraciado problema.
Lo claro es que la lucha por el camino de la represión es un fracaso absoluto en el ámbito mundial, el consumo permanece y crece, la oferta no disminuye, sigue la hoz de la muerte reinando por nuestras comunas y campos, el deterioro ecológico, corrupción y delincuencia en todos los sectores comenzando por el propio estado, ausencia total de acompañamiento a los adictos y adictas, cero prevención y educación focalizada a nuestra juventud y a la de los países consumidores. Estados Unidos y Europa principales centros consumidores de la producción mundial se muestran mudos, ciegos y sordos ante tan dura realidad y en Colombia, México y algunos países de Asia África se muestran incapaces de enfrentar la grave y diabólica problemática a pesar de los grandes esfuerzos que hacen con grandes cantidades de sus presupuestos nacionales en desmedro de la educación, la salud y sus propios desarrollos económico y social.
Como hemos opinado en varias oportunidades la prohibición del tráfico de drogas acarrea peores consecuencias que la del alcohol en Norteamérica. Parece que por fin se comienza a entender que el fracaso de la estrategia de la confrontación total es un esfuerzo inútil por detener el comercio ilegal de narcóticos. Definitivamente la legalización del suministro de las drogas mitigaría sus terribles consecuencias. Se pondría fin al exagerado nivel de utilidades que deja el desgraciado negocio del narcotráfico. Con la desaparición de la ilegalidad del narcotráfico se disminuye la problemática socioeconómica derivada. La prohibición de las drogas no detiene su comercio, según las propias Naciones Unidas, el tráfico de drogas genera un monto que representa un 8% del comercio mundial, botín que es una tentación de gloria para los criminales y los corruptos. Disminuiría el precio de las drogas en el mercado, lo que significaría que mucha gente adicta no tendría que robar, asesinar o prostituirse para pagar el precio de hoy en el mercado negro. La legalización tendría consecuencias inmediatas, su fabricación será sometida a regulaciones propias del mercado legal, hoy no existen controles de calidad ni venta de dosis estandarizadas, lo que genera altos niveles de mortalidad por las de sobredosis o envenenamiento. Los narcotraficantes, sus carteles y ahora microcarteles, la guerrilla, el paramilitarismo y la corrupción son los más beneficiados con la prohibición, y las acciones anti-drogas sirven para eliminarles la competencia que enfrentan. La legalización va a acabar con alianza maldita del narcotráfico y el poder político. Los gobiernos dejarán de malgastar miles de millones de dólares en el combate de las drogas, recursos que van a destinarse a combatir a los verdaderos males de la sociedad. Con la legalización se acabará el pretexto del Estado de socavar libertades con el fin de llevar a la guerra, intervenciones telefónicas, allanamientos, registro de expedientes y hojas de vida, censura son actos que atentan contra libertad y autonomía como individuos.
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