La agricultura que hace un uso intensivo e irracional de químicos,
además de constituirse en un riesgo potencial para la salud humana degrada el
suelo y destruye los recursos que son fundamentales para la fijación de
carbono, como los bosques y el resto de ecosistemas contribuyendo de esta
manera al cambio climático, tal cual se expone en el informe "Agricultura
y Cambio Climático: impactos climáticos de la agricultura y potencial
mitigación" escrito por el profesor Pete Smith de la Universidad de
Aberdeen. Los insecticidas, herbicidas, fungicidas y muchos otros plaguicidas
se aplican intensamente en muchos países, tanto desarrollados como en vías de
desarrollo, lo que provoca la contaminación del agua, aire, suelo y alimentos
con compuestos que pueden llegar a afectar al ser humano y a muchas formas de
vida silvestre. La contaminación por plaguicidas se produce cuando éstos se
utilizan en mayor cantidad de la que pueden absorber los cultivos, o también
cuando los residuos de estos tóxicos se eliminan con la ayuda del agua o del
viento al ser arrastrados de la superficie del suelo antes de que puedan ser
absorbidos.
También se puede llegar a producir la contaminación de los alimentos
cuando quedan residuos de plaguicidas en los mismos por el uso de agrotóxicos
persistentes o por no haber respetado el período de carencia, es decir, el
tiempo mínimo que debe transcurrir entre la última aplicación y la cosecha para
poder lograr la degradación del producto.
Twitter: @jairoamezquita