23 de enero de 2014

RICOS Y POBRES (II)

DE PROVINCIA 


Por: 
Carlos José Bolaños

Nuestro orgullo (falso orgullo?)  se basa en que somos un país inmensamente rico con minas de esmeralda, oro, plata platino, níquel, petróleo, segundo en biodiversidad; con  dos mares, con el  mayor número  especies terrestres y marítimas, aves, reptiles, millones de hectáreas aptas para la agricultura etc. Nuestra vergüenza: no nos hemos capacitado para explotarlas y tenemos que darlo a compañías extranjeras a las que no les cobramos las tarifas internacionales y nos destruyen los recursos naturales. 

No obstante tanta riqueza tenemos un alto grado de pobreza, una altísima deuda pública,  balanza comercial deficitaria, clasificados como una de las naciones más desiguales del mundo, con una  fuerza pública  numerosa,  con un  gasto militar altísimo, que no ha podido evitar que haya 5 millones de desplazados, alto desempleo, retroceso en los sectores productivos, a excepción del sector financiero.

Se siguen  políticas coloniales, los recursos van prioritariamente para la guerra, para atender la deuda pública. Se sigue formando una comunidad individualista, una clase dirigente que se sirve de la comunidad, crea mecanismos democráticos como las veedurías ciudadanas, imposibles de cumplir por los ciudadanos que viven del día a día de su trabajo. O como la Acción Comunal, convertida  en simples instrumentos electorales.

Al parecer la clase dirigente, resistente al cambio, se identifica más con lo extranjero que con su territorio, no ha querido reconocer las distintas etnias y lo más grave no quiere admitir sus desaciertos a lo largo de la historia, materia que debemos estudiar  a pesar de que el MEN no quiere restablecer esa cátedra y seguramente cree que ese vacío lo están llenando bien los canales comerciales de TV con sus seriados comerciales.

Encontré que  en Yalta, cuando los poderosos se repartieron el mundo, a Colombia le asignaron el mercado de los comodities. Esto habrá que mirarlo a fondo. Los japoneses atribuyen  su éxito  a su  disciplina y  puntualidad, a la prelación que le dan a la educación de calidad. Sostienen que la disciplina termina por imponerse sobre la inteligencia. Podríamos concluir, sin ofendernos, que estas cosas son las que nos faltan a nosotros?

E-mail: carlosjosebol@hotmail.com