HYNTIBA ROJO
Por: JAIRO AMEZQUITA SOLER
Bueno después de una intensa campaña y del realinderamiento de las diferentes fuerzas políticas alrededor de lo que cada una considera es la mejor opción llegó el momento en que los colombianos y las colombianos decidamos el sentido de nuestros decisorios votos. Lo más importante es que el nivel de abstención manifiesto en la primera vuelta sea el gran derrotado, para ningún presidente sería bueno obtener su elección con menos de la mitad de los votantes participantes, y ojalá el ganador saque una importante luz de diferencia para que no vaya a tener problemas de legitimidad y reyertas y guerra sucia similares a las que se han presentado en esta campaña por cuatro años más.
En esta segunda vuelta cuando no a la gente no le satisfacen los candidatos votan en contra o por el que consideran menos malo. Debemos ponernos la mano no el corazón sino en la razón y tomar la decisión de acompañar la esperanza de que por fin hay paz en serio para los colombianos. El voto en blanco es inocuo y la abstención ayuda al candidato del uribismo. La solución negociada del conflicto interno es un proceso que hay que mantener y defender por todo el impacto positivo que va a generar para la convivencia y para el desarrollo de todos los sectores económicos y sociales diferentes al aparato militar, consecuencia lógica de la liberación de recursos que vendrán con la cesación del conflicto y la entrega de armas por parte de los alzados en armas. La agenda del gobierno y de las FARC y de las otras organizaciones guerrillera que se sumarán al proceso contiene justicia transicional para los delitos cometidos en el conflicto, política anti narcotráfico, reformas a la tenencia de tierras, logros y reivindicaciones democráticas que nos va a comprometer a todos y todas si son refrendados en democracia por todos los colombianos, a través de un referéndum una vez se suscriban los acuerdos.
Como quedó demostrado en el debate de Caracol de este jueves el uribismo habla de impunidad en el proceso de paz, y que lo continuará a pesar de que “no hay conflicto interno”, que ojalá no vaya a ser como el de los paramilitares con su ley de “alternatividad penal” autores de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, acto que escandalizó hasta a la ONU en 2003. No podemos olvidar que el mundo entero quedó pasmado por el espectáculo del momento le montó a la supuesta desmovilización del Cacique Nutibara, de Castaño y alias Don Berna, tan cercano resultó a ciertos personajes de la Casa de Nari. La vergonzosa agenda que fue hondamente modificada gracias a la Corte Constitucional, contemplaba “la suspensión condicional de la ejecución de la pena para miembros de grupos armados organizados al margen de la ley cuando se encuentre comprometida la paz nacional”. Hubo intención de favorecer a los paramilitares al darles perdón total de conductas lesivas al derecho internacional humanitario, antes, siquiera, de haberse dado inicio a un proceso formal. Y otras perlas que estamos seguros permanecen el imaginario colectivo de muchos colombianos que no tragan entero.
A decidir pues, qué es lo que más le conviene al futuro de Colombia y a sus generaciones por venir si un regreso al pasado de los ocho años de la desgracia y el retraso para los indicadores sociales y los derechos humanos o a un porvenir en el que se continúen los avances en democracia, en economía y en convivencia pacífica .
Twitter: @jairoamezquita
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