ESQUINA AMBIENTAL
Trágicas noticias ambientales ante el incremento del 28% del área deforestada en la Amazonía
Seguimos sumidos en nuestra cotidianidad dejando el tema ambiental relegado y poniendo nuestra atención y prioridades en otros temas, importantes a menos, pero olvidando que la preservación ambiental y el estado del mismo, es transversal a la raza, ocupación, país, que tengas.
Es difícil hacernos a la idea, si es que mínimamente tienes interés en la naturaleza...en la vida, que la Amazonía en Brasil ha sido brutalmente golpeada. La selva se localiza en su mayoría en el país carioca pero influye y afecta a nivel mundial.
En tan solo 12 meses, se ha deforestado una superficie de 5.843 kilómetros cuadrados, un área equivalente a Brunéi o más de 541.018 canchas de fútbol (1 cancha por minuto).
Durante algunos años que el ritmo de deforestación se redujo, en un año aumentó un 28%, llamando a una situación grave y delicada.
El gobierno brasileño indicó que la actividad maderera ilegal se vio revitalizada por la demanda siempre creciente y por el relajamiento de los controles respectivos. En el otro lado de la moneda, los ambientalistas y los grupos opositores políticamente al oficialismo han coincidido que existe una suerte de «entendimiento» entre el poderoso lobby económico y político con en gobierno actual, compromiso que facilita la explotación maderera.
La imagen del país se desploma
EL gigante sudamericano recobraba imagen e importancia por lograr reducir las superficies forestales que «desaparecían» cada año.
Con este reporte, según coinciden varias agencias noticieras, se vuelve a localizar al país en una situación frágil y en la «boca de todos», ambientalmente hablando.
Desde el despacho del ministerio medio ambiental reportan que los datos difundidos, (aún provisorios), donde la agropecuaria es activa, como Mato Grosso (52% más de deforestación) o Pará (37%), la pérdida de selva es muy acelerada.
Deforestación en Brasil
El gobierno brasileño ha prometido en 2011 que empezarían a usar tecnología satelital para detectar la tala ilegal de árboles. Parece que no está funcionando o no lo hicieron.
Si, es justo resaltar que se ha conseguido una reducción sustancial de la tala si consideramos que en 2008, casi 12.911 kilómetros cuadrados fueron deforestados.
¿Es un problema local o global?
Considero que ambos. Brasil alberga fuentes con creces significantes de agua, biodiversidad, recursos naturales que son la base de un país que dentro de unos años estará lidiando en los primeros lugares de la economía mundial. Pero, no sólo el hombre vive de «dinero», asegurar un medio ambiente sano, lo más diáfano e impoluto, para la flora y fauna del lugar y la población en particular es menester y un deber.
Imagen de la NASA. A la izquierda el Acre, Brasil, con agropecuaria y deforestación. A la derecha, Pando, Bolivia con poca afectación ambiental.
Desarrollar estrategias que permitan al país satisfacer sus necesidades y generar ingresos, que derecho lo tiene, es básico. Siempre deberá ser bajo el esquema del desarrollo sostenible. De una buena vez fusionando la economía con el medio ambiente y ya dejando atrás ese insostenible concepto que «dinero» y «plantitas» son antagónicos.
El problema es también global. Es una perogrullada indicar que son los pulmones del planeta. Que es una zona que alberga en su interior la cura y un sinfín de beneficios para la salud de la humanidad. El Amazonas participa vitalmente del intrincado y ya de por sí alterado sistema climático. No concibo un planeta víctima de la contaminación, la degradación ambiental y a eso resabios de lo que fuera una vez el poderoso y magnífico «continente verde».
Las economías fuertes deben incrementar (muchos recién empezar) a brindar apoyo tecnológico, económico, investigativo para preservar el lugar. El oxígeno que se produce ahí se lo respira en Hong Kong también.
Involucrar al país y a la comunidad internacional, sumada la educación ambiental y el rediseño de los programas de explotación forestal y de desarrollo agropecuario será la base de trabajo para seguir batallando en favor de la naturaleza sin quitar el pan de la boca del hambriento, metafóricamente hablando.
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