Por: Jairo Amézquita Soler
La última cumbre sobre climático realizada en Durban (Sudáfrica) arroja unos resultados lamentables, especialmente a los países más afectados por el caos climático, mientras que los grandes contaminadores evaden cualquier responsabilidad y aseguran los mercados de carbono para seguirse lucrando con falsas soluciones. Significó el establecimiento de un reducto climático para mantener los privilegios de una minoría a costa de todos los demás. El problema de fondo es la ausencia de medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que llevará a un aumento mínimo de 4 grados en la temperatura media global en tan sólo unas décadas.
Con muy malas notas y sin efecto para bajar las emisiones, el Protocolo de Kioto finalizará su primer periodo de compromisos en 2012. Muchos gobiernos de países del Sur querían abrir un segundo periodo de compromisos, con metas mínimas acordes a las necesarias. Pero ya en la conferencia de cambio climático en Cancún en 2010, en lugar de compromisos obligatorios se aceptó declarar “promesas”, que si se cumplieran (improbable), no llegarían a reducciones importantes y sostenibles. Sin metas de reducción, sin compromisos vinculantes, sin mecanismos de control de reducciones, pero cargando de obligaciones a los demás países que no están entre los contaminadores históricos. En lugar de cambiar de modelos de producción y consumo, se comercia con el espacio que no contaminan los países del Sur, a través de mecanismos altamente perversos. Se aseguró además la continuidad y nuevos mecanismos de mercado, se introdujo la discusión de usar agricultura y suelos como sumideros de carbono y se aceptaron tecnologías de alto riesgo, como la captura y almacenamiento de carbono en lechos marinos y formaciones geológicas, tecnología que promueve el uso de más petróleo, gas y carbón, legando el riesgo de escapes catastróficos a generaciones futuras. Tanto el Fondo Verde para el Clima, como el nuevo Comité de Tecnología quedaron bajo la égida del Banco Mundial, que los usará para imponer más condiciones. Se estableció de facto carta blanca a la transferencia de tecnologías, sin cuestionar patentes ni aplicar el principio de precaución, lo cual resultará en dumping de tecnologías peligrosas, subsidiando a las trasnacionales. Tanta irresponsabilidad ante las crisis y con las generaciones futuras contrastó con la riqueza de propuestas desde las organizaciones y movimientos sociales, que convocaron a la resistencia contra el nuevo apartheid global. (tomado de El País)
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