Se han conocido presuntas intenciones de quien por fin abandona el solio de los presidentes de aspirar a buscar la alcaldía de nuestra ciudad. Algunos aseguran que Uribe llegaría al Palacio Liévano sin dificultad, pero también hay otros que creemos que los bogotanos prefieren otro tipo de gobierno. Algunos consideran que es respuesta a su deseo de servicio, otros creen que sería para estar cerca a Santos y otros opinamos que es otra manifestación de sus inagotables ansias de poder y de considerar que personas diferentes pueden ejercer el dominio absoluto sobre su “finca”. Conquistar el poder, incrementar el poder y mantener el poder como satisfacción a sus inalcanzables niveles de egolatría. Si recordamos un poco, la iniciativa no es nueva, tan pronto la Corte Constitucional actuó en derecho y no obedeció a las criticables decisiones de las corruptas mayorías del Congreso y le cerró el paso a una nueva reelección Presidencial, hubo voces afectas que propusieron esa salida a las ansias de poder del mandatario. Uribe parece que quiere seguir gobernando desde cualquier lado el país, entonces lo que cabría es preguntarse cómo hará el nuevo presidente para definir su incidencia en las nuevas y urgentes decisiones que se requieren con urgencia.
No podemos desconocer los graves problemas que afectan a la actual administración de la ciudad pero una indeseada llegada de Uribe al gobierno de ciudad no haría cosa diferente a mantener los problemas nacionales, como desarrollar cualquier tipo de métodos con el objeto de lograr discutibles fines, que incluso han reñido con la legalidad, como todos los casos aún pendientes de aclarar y castigar de corrupción y lesión a los derechos humanos individuales y sociales. Pero si finalmente toma la decisión de aspirar es probable que los índices de popularidad que el personaje maneja gracias a la casi falta absoluta de cultura política y capacidad crítica que asiste a los ciudadanos le darían una buena posibilidad de ganar la elección no sólo en Bogotá sino en cualquier alcaldía o gobernación del país. Una esperanza para que no sea Bogotá es tener en cuenta que las declaraciones de Uribe a los medios sobre su presunta aspiración son un estilo que acostumbra a utilizar cuando lanza dardos al viento tratando de generar opinión para ver qué posible resultado positivo a sus intenciones encuentra. Pero bueno amanecerá y veremos, mientras tanto sigamos vislumbrando quienes serán los que aspirarán a rescatar a Bogotá y que el Palacio de Liévano no sea tomado únicamente como trampolín para aspirar a la presidencia de la República como nos ha pasado con sus ocupantes en los últimos quince años. Bogotá es la megapolis más importante de nuestro país, alberga casi el 18 por ciento de la población del país, un presupuesto que ronda los veinte billones de pesos, aporta la mitad de la actividad financiera y produce casi el 25 por ciento del PIB. No puede dejarse en cualesquiera manos.
En palabras de David Luna el más fuerte aspirante al solio de Liévano “No importa quien vaya, lo importante es que se resuelvan los problemas de la ciudad y si aspiran Batman o Robin, Yo iré hasta el final”. Además sostuvo que para ocupar el cargo había que tener, además de la capacidad, un profundo conocimiento de la ciudad. Luna argumenta que las malas administraciones del Distrito se deben a que algunos políticos “han usado la Alcaldía como un trampolín para llegar a la Presidencia, como un escampadero, o como la continuación del ejercicio del poder. Ninguna de estas opciones le conviene a la ciudad.
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