Salieron en la semana como perros de caza tras su presa los señores exalcaldes del Distrito Capital Enrique Peñalosa y Lucho Garzón, ahora unidos en un mismo partido cuando todos saben de sus profundas diferencias, pero bueno serán los nuevos tipos de coherencia. Su presa era el supuesto retroceso que en concepto de los ex burgomaestres significa la implementación del Decreto 101 que algo de autonomía les devuelve a las localidades para administrar recursos y contratar obras. Peñalosa critica los efectos del decreto porque en su opinión los ediles cumplen bien su papel, carecen de madurez política para manejar dineros públicos, además insistió en que las alcaldías locales no poseen el liderazgo suficiente para contratar ni para ejecutar el presupuesto, sostiene que se ponen en juego 425 mil millones de pesos, suma resultante d la distribución en cada una de las alcaldías para que se ejecuten proyectos sectorizados. Para Lucho el problema es de carácter electorero teniendo en cuenta “estamos casi a un año de las elecciones para renovar las autoridades territoriales y esta decisión enrarecerá el ambiente político”. Para Peñalosa en 2011 cuando comience la campaña electoral por la Alcaldía de Bogotá los ediles defenderán a capa y espada esta facultad. Además, agrega “en sus ratos libres los alcaldes locales podrán contratar desde músicos hasta obras de pavimentación y dotación de hospitales".
Para el Alcalde Mayor la implementación del Decreto “es un paso fundamental en materia de descentralización, desconcentración, responsabilidad, y los Alcaldes y Alcaldesas locales no pueden defraudar ni la confianza que les brinda la Administración con la expedición de este Decreto, ni mucho menos la confianza de todos los ciudadanos". El enfoque territorial responde a la necesidad de evidenciar que la vida de las personas no ocurre en abstracto, sino se expresa de manera concreta en un territorio, y garantiza un gobierno de cercanía en procura de mayores niveles de concurrencia y de satisfacción de las necesidades y el mejoramiento de la calidad de vida de la población.
En opinión de este servidor hay que decir “ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre”, es cierto que la administración de la ciudad viene bastante cuestionada por los escándalos de corrupción e ineficiencia pero esta decisión de retomar el rumbo hacia una verdadera descentralización es rescatable. Claro, falta observar cuales son los instrumentos con que se van a dotar las localidades en los ámbitos de lo administrativo, el acompañamiento técnico y la infraestructura personal debidamente capacitado para el control fiscal, social y político. El infierno está plagado de buenas intenciones diría mi abuelo, y si las localidades no son dotadas de estos instrumentos lo que podría suceder es que la corrupción sería la que se desconcentraría. No vayamos a resultar que en lugar de promover el fortalecimiento progresivo de las localidades y pretender establecer un esquema de gestión territorial, terminemos en un bochornoso espectáculo de intereses mezquinos de pagar favores politiqueros y clientelismo generalizados, con la celebración de contratos dudosos que solo contribuyan a desangrar el erario. Ojala esta decisión no sea apenas el resultado del afán de tratar de recuperar un poco la imagen perdida por la ausencia de gestión, ejecución, trasparencia y compromiso de la administración distrital y que terminemos acabando con todo en nuestra ciudad. Amanecerá y veremos…. Y ojala no sea un invidente el que lo diga….
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