DE PROVINCIA
Por:
Carlos José Bolaños
El tarjetón de las elecciones parlamentarias del pasado
domingo estaba perfectamente, fríamente diseñado… para que el elector se
equivocara, especialmente el sector
campesino y marginal de las ciudades.
La pedagogía que debía dársele al elector fue muy poca.
Lo que hubo fue una abusiva invasión publicitaria a los hogares a través de las redes sociales.
El máximo despiste de los tarjetones estaba en el cuadro en blanco al lado de las listas cerradas,
que muchos lo marcaban pensando que se
trataba del voto en blanco.
Los maestros, que unidos podrían entre activos y
pensionados, llevando 3 miembros de su familia, elegir entre 15 o 20 senadores y hasta presidente, no votan por
Tarcisio el eterno luchador por el mejoramiento de las condiciones del gremio y
de la educación. Seguramente lo hacen por los partidos tradicionales de sus abuelos. (O, peor, por candidatos desertores
de esos partidos)
Los abstencionistas son los que juegan el papel más
triste. Sobre ellos recaen las mismas obligaciones, las mismas cargas de
quienes votan, muchos obligados por no perder el puesto. Los abstencionistas son llamados a propiciar los cambios que
necesita el país. De la rebeldía y la protesta silenciosa nadie se entera y
ningún fruto se conoce.
Los electores más fieles que no se queda ni uno
solo sin botar son los conservadores, así
los candidatos sean unos venerables ancianos o mudos asistentes en los debates de las dumas legislativas.
Los más felices
deben ser los negociantes de la salud
con la llegada al congreso del papá de
la ley 100, al parecer con los votos de los más golpeados: desempleados,
pensionados educadores, desplazados, etc.
San Andrés no eligió senador. Fehaciente demostración de que
el Estado nunca se ha preocupado porque la gente del interior lo sienta como
nuestro. Lo mismo sucede con los otros que eran antiguas intendencias y
comisarias. Tolima no reeligió a uno de los mejores parlamentarios.
E-mail: carlosjosebol@hotmail.com
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