9 de mayo de 2013

Alemania rechaza a Chile un lote de semillas de maíz contaminado con transgénicos


ESQUINA AMBIENTAL  


El Ministerio de Agricultura y Medioambiente de Alemania rechazó este mes un lote de semillas de maíz provenientes de Chile, por estar contaminado con trazas de transgénicos.

De acuerdo al informe “el contenido de los organismos modificados genéticamente en este lote probablemente es menor que 0,1 %”, sin embargo, debido a la tolerancia cero por parte de la Comisión Europea, para no contaminar el resto de los cultivos, “cualquier comprobación de ellos en semillas, lleva a un bloqueo y a una prohibición de comercialización”, señala según el medio alemán Proplanta, agregando que el proveedor responsable retiró voluntariamente el producto.

Resultados más detallados del análisis de estas semillas fueron publicados en el portal de Agricultura y Medio Ambiente en Schleswig-Holstein.

El secretario de Medio Ambiente, Ulf Kämpfer, destacó la importancia de los controles y la investigación oportuna, y explicó que las medidas tomadas “contribuyen a una protección eficaz de la agricultura libre de OGM en Schleswig-Holstein", según Proplanta.

En Alemania, cualquier detección de OGM en las semillas hace que el lote afectado sea bloqueado y no se pueda colocar en el mercado. Para esto se realizan muestreos, especialmente cuando corresponden a países que tienen plantaciones extensas de transgénicos, como Chile.

Inquietud en Chile

La directora de la Fundación Sociedades Sustentables, María Isabel Manzur, en declaraciones a Radio Universidad de Chile calificó de “grave” la situación.

“Este episodio es como la punta del iceberg porque Chile tiene varios casos ya de contaminación de maíz. Lo que han detectado ahora también fue detectado en 2012", dijo Manzur.

"Si vamos años atrás", agregó la ambientalista, "la Unión Europea en 2012 le hizo una auditoría a Chile por repetidas contaminaciones de maíz tradicional con transgénicos, que eran exportados a Europa. Chile se comprometió a establecer medidas para impedir la contaminación y bueno, vemos que pareciera ser que no funcionaron”, explicó Manzur.

No solo las semillas están contaminadas, sino que también la miel fue limitada en Europa en 2011, afectando a los empresarios apícolas.

La encargada de semillas de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas, Lucía Sepúlveda, dijo a la radioemisora, que la autoridad chilena siempre asegura de que la coexistencia es posible entre los productos convencionales y los transgénicos, “y ellos lo que le ofrecen a los agricultores hoy día es eso. Pero lo que vemos con este incidente es que se comprueba que esto no es así, que los riesgos existen, son reales, y que en este caso los perjudicados siempre van a ser los tradicionales, o sea los cultivos no transgénicos”, advirtió la ambientalista.

Lucía Sepúlveda destacó que la Asociación Nacional de Producciones de Semillas (Anpros) garantiza que los productos no se pueden contaminar. En tanto su presidente, Mario Schindler, explicó al medio informativo chileno, que la coexistencia es posible, y que hay que conocer primero los protocolos que usa Alemania.

“Los antecedentes que tenemos son la detección de un estado de una región de Alemania, donde en un solo lote habrían encontrado trazas mínimas de presencia de organismos genéticamente modificados y esa es toda la información que tenemos por el momento. Sacar cualquier tipo de conclusión, en ese momento, sería total y absolutamente apresurado”, explicó.

De acuerdo a un reporte de Generación 80 (G80), el Servicio Agrícola Ganadero de Chile (SAG) menciona que la Food Veterinary Office de la Unión Europea auditó y aprobó sus procedimientos de fiscalización en Chile, sin embargo recomendó a la entidad sanitaria chilena, que modifique su forma de trabajo. En la temporada 2011-2012, Chile habría certificado que los transgénicos de maíz ocupaban 21.398 hectáreas.

Según G80, la FVO “dejó en evidencia que SAG no hace pruebas para detectar contaminación entre unas y otras semillas y no vigila el cumplimiento del protocolo de uso en las máquinas procesadoras, dejando todo en manos de las empresas. Tampoco exige que se etiquete el cargamento exportado como transgénico”.



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