DE PROVINCIA
Por: Carlos José Bolaños
Los trancones no son exclusivos de Bogotá, ni de las grandes
capitales. Cubre a pequeños poblados, troncales, a vías secundarias y terciarias
especialmente en los llamados puentes
Emiliani, que algunos critican y
quieren abolir cuando lo cierto es que son motor que reactiva la economía de muchas poblaciones de clima templado y
cálido.
Parece que los gobernantes del siglo XIX y mediados del XX tenían
una mejor visión del desarrollo vial del
país. Apoyaron y construyeron un buen kilometraje de vías férreas. Entendieron
que el tren era y es el mejor medio de transporte del mundo. Los gobernantes
posteriores, resolvieron desmantelar el
sistema. Recientemente llegamos al colmo de pagar anticipadamente las
obras y permitir que los contratistas variaran los trazados, lo cual aumentó
los costos exageradamente y mucha plata se perdió. Situación corregida en el
presente gobierno, a costa de la cabeza de un buen ministro de Transporte. Las
causas del problema posiblemente radican, en el atraso legislativo que no ha
modificado la norma; no miró el crecimiento espectacular de las industrias
automotriz y constructora. Las
especificaciones de las calzadas siguen en los mismos 4, 6, 8 metros de ancho como
si el número de vehículos y habitantes fueran los mismos de los años 50’s. La eficiencia
de los urbanizadores aprovecha al máximo cualquier espacio, antes de
terminar las vías ya están desarrollando grandes construcciones que aparecen de la
noche a la mañana y no dejan posibilidades de futuras ampliaciones. Las
construcciones hasta los años 60`s, los frentes de las casas eran de 10 o más
metros, el fondo de 30 o 40 mts. Las
calzadas de 4, 5 o 6 mts, siguiendo la tradición colonial. Hoy son de 3.50 mts de frente por
4.50 de fondo, sin modificar las medidas de las vías.
A lo anterior se suma la mala formación vial de usuarios
y en general, nuestra falta del sentido común con la complicidad de los
conductores que recogen donde se les ponga la mano debido al sistema salarial
que tienen; en cada persona ven una
moneda, una comisión. La costumbre de estacionar en las calzadas, por el
déficit de parqueaderos agrava la situación cuando lo efectúan en ambos
costados de la vía. Muchos motociclistas y ciclistas suicidas son un verdadero peligro. El sistema educativo no contempla la formación
vial de la gente; se le deja a la publicidad, bien costosa por cierto. Las
empresas pueden ayudar a descongestionar ubicando a sus colaboradores lo más
cercano a su residencia. O aprovechar la estrategia del teletrabajo que viene
impulsando el ministerio del trabajo.
El transporte masivo presenta exceso de pasajeros,
demoras en la espera, inseguridad, rudeza e insensibilidad de los usuarios. Tiene cosas buenas como los
paraderos fijos, información sobre paradas, aspectos del que se hubiera podido
apropiar el transporte público. Lo cierto es que el trabajo se va a tener que realizar desde
los vehículos. En un año estaremos totalmente paralizados. No haber seguido el
ejemplo de quienes construyeron la
Autopista Norte y la Avenida Eldorado, parece ser el
gran error de quienes los sucedieron en el poder.
E-mail: carlosjosebol@hotmail.com
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