Hace ya casi cuatro años que comenzamos a publicar con nuestra firma e imagen nuestra opinión acerca de lo que en su momento todavía la gran mayoría del pueblo colombiano se negaba de manera tozuda a reconocer que el régimen nefasto en que hacía naufragar el país. Hoy las cosas han cambiado de manera dramática y diametral, casi no se encuentran personas que defiendan esa “obra” de gobierno. Se ha empezado a comprender en apenas algo más de seis meses lo sucedido en esos 8 años y porque eran los afanes de mantenerse a cualquier costo y la angustia manifiesta por eternizar la reelección, esto hubiese sido lo único que habría permitido mantener tapado la corrupción generalizada en todos los estamentos gubernamentales. Por donde se vaya afloran ollas sin fondo. Sabíamos del DAS, de las chuzadas, de la repartija en la Dirección Nacional de Estupefacientes, Acción Social, los falsos positivos, de los agro ingreso robo seguros, la feria de las notarías, de la contratación exorbitante sin requisitos para las carreteras y puentes, como iniciaron su pirámide los Nule, las cárceles en los municipios, etc, etc, etc. Ahora nos enteramos de la DIAN y como se perdían los impuestos de los colombianos, “confianza inversionista” regalando impuestos y subsidios a quienes no los necesitaban.
El desbordado crecimiento de la inseguridad ciudadana en las grandes urbes tiene buena parte de sus causas en el fallido proceso de reinserción de paramilitares y guerrilleros, y eso en gran parte radica en las equivocaciones que acarremos por las malas decisiones del pasado. Ahora cabe preguntarse a donde está la corresponsabilidad de sectores que si bien no fueron los generadores de la problemática si con su silencio fueron cómplices por lo menos de todas estas desgracias. Donde están los grandes industriales, el sector financiero, lo grandes medios de comunicación que no hacían sino hacerse eco de las “bondades” de la administración. Es hora que se pronuncien y reconozcan su parte de la responsabilidad por haber permanecido como piedras indolentes ante todo lo que sucedía, porque no era precisamente “a sus espaldas” que todo pasaba. Esperemos que eso ocurra porque de allí partiría el compromiso para que esas desgracias no vuelvan a pasar en el futuro de nuestra patria.
Y como siempre lo manifestamos se tiene la esperanza que todo esto sirva de alimento para que la sociedad se sensibilice sobre su verdadero e importante papel a la hora de tomar decisiones en el único momento que ejercen sus derechos y cumplen con su deber que es la hora de elegir a sus gobernantes. Que no permanezca en nuestras mentes que la culpa de lo sucedido en la nación y en la ciudad es de todos los políticos, que todos son los mismos con las mismas, diferencias si hay y muy serias, por lo que es definitivo participar porque tampoco es válido abstenerse esa es la peor posición política dejar que los demás decidan por uno. Participar evaluando hojas de vida, propuestas programáticas coherentes con principios ideológicos y éticos, trayectorias al servicio de lo público, fuentes de financiamiento de las campañas, buenas y malas compañías.
Persisten los grandes peligros en la campaña electoral que comienza los adalides de la corrupción harán los mayores esfuerzos por sobrevivir bien sea en propio nombre o en cuerpo ajeno pero la decisión de su permanencia siempre recaerá en la soberanía que nos asiste como electores. La corrupción de lo público y lo privado es el elemento generador de injusticias. Debemos cerrarle el paso de cualquier forma a los depredadores del tesoro público porque ahí está la raíz de los males de la injusticia social, la inequidad, la pobreza, el desempleo y la inclemente inseguridad ciudadana.
Twitter: @jairoamezquita
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