En un estado legítimamente “democrático”, los derechos fundamentales prevalecen tanto para hombres y mujeres, o ese es el supuesto sobre el que muchos países “desarrollados” han avanzado entre otros, sobre los denominados “tercermundistas”.
La formación me ha permitido entender que comulgo bajo principios e ideas socialdemócratas porque reconozco que la construcción de una sociedad más igualitaria se fundamenta en la representación y participación en los diferentes órdenes político, económico, social y culturales, en la autodeterminación de los pueblos, luchas contra la opresión, etc. y como condición ineludible el respeto a todo tipo de libertades.
Y es así como soy una mujer con convicción partidista y militante de las filas Liberales. Mi partido, nuestro partido, el partido de todas y todos emanan la promulgación y reconocimiento de derechos como una conducta partidista. El reconocimiento de la igualdad de oportunidades y los derechos de las mujeres es entonces un principio político de nuestra colectividad.
A propósito de la propuesta del Presidente del Partido Conservador, José Darío Salazar, que busca eliminar la posibilidad de que a las mujeres se les practique el aborto, pese al mandato de la Corte Constitucional respecto a la despenalización en tres casos puntuales, genera una especie de convulsión dado el acompañamiento de sectores que enjuician respecto al inquebrantable valor que representa la libertad y justicia para todos y todas.
La iglesia a su turno fue creada para promulgar la palabra de Dios y si mi memoria no es disfuncional en las clases de religión obligatorias, se impartía que para Dios todos éramos iguales. Entonces, porque las autoridades eclesiásticas y uno que otro funcionario público promueven discriminación entre sus creyentes?
Twitter: @ivonnegonz
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