Nunca en la historia de la Humanidad había sido tan importante como en nuestros días que seamos capaces todos de movilizarnos ante las consecuencias que ya se hacen obvias por el cambio climático derivado del creciente calentamiento global. Los cambios son evidentes en los patrones de precipitaciones, con tendencia a que haya mayores niveles de lluvias en las latitudes superiores de nuestro planeta y menores cantidades en regiones tropicales como la nuestra. La frecuencia e intensidad de las ondas de calor, las inundaciones y las sequías van en aumento. Esos cambios tienen serias implicaciones para la economía, lo mismo que la preparación para el manejo de emergencias como inundaciones de gran escala y el deshielo de los polos. Estos efectos negativos se manifiestan en la reducción del rendimiento de las cosechas agrícolas. El cambio climático producirá una mayor escasez de agua que si no se toman las acciones correctivas y colectivas llegará a afectar la misma existencia de nuestra especie. Los científicos en este campo estiman que los promedios de temperatura aumentarán en los próximos 50 años entre 1,1ºC y 6,4ºC. Las consecuencias del cambio climático serán graves, escasez del agua, graves efectos sobre los ecosistemas, y vidas y propiedades amenazadas debido a las inundaciones.
Es un panorama dantesco y apocalíptico el que se avecina al ritmo que llevamos si todos los gobiernos del planeta no establecen medidas de control al detrimento ambiental. En Copenhague se trató de sensibilizar al mundo a tomar conciencia sobre este panorama, los resultados y los compromisos del encuentro los desconozco pero lo cierto es que falta muchísimo terreno por andar en el camino a la concientización sobre este problema a los gobernantes especialmente los más contaminadores China y Estados Unidos de América, no es sino observar sus estrategias de soslayo y supuesta solidaridad que no se ve porque ni siquiera firman acuerdos vinculantes de compromiso conjunto que conduzcan a reducir las emisiones de gases contaminantes y causantes del efecto invernadero y estableciendo en sus prácticas estrategias de adaptación, nuevas tecnologías y sus respectivos financiamientos. De la gente del común no podemos decir lo mismo que de sus insensibles gobernantes se ha visto una movilización popular sin antecedentes, estudiantes y catedráticos, líderes sindicales y directores generales, políticos y organizaciones de base, científicos y líderes espirituales. Gente de todos los sectores, de todas las profesiones y condiciones sociales ha levantado su voz pidiendo que acciones inmediatas. Es de resaltar la posición y compromiso de la Comunidad Europea que lidera la sensibilización y ha ajustado muchos de sus procesos industriales y socioeconómicos, especialmente Dinamarca, buscando con el tiempo disminuir el uso de los combustibles fósiles reemplazándolos por energía extractada de fuentes naturales y rescatar la prosperidad y priorización de lo verde haciendo el futuro más sostenible y viable para las próximas generaciones ó adiós especie humana. Desgraciadamente todas estas decisiones que los estados deberían tomar pasan por el terreno de la política y es ahí donde los intereses de quienes toman las decisiones pasan a favorecer los grandes capitales y no las grandes mayorías.
Colombia no es precisamente un ejemplo en el mundo donde se respete y haya conciencia ambiental, se observa como los nevados se han secado y se convirtieron en páramos, debido al calentamiento global, no se podría devolverlos a su condición anterior pero si podríamos promover acciones que impidan que estas reservas de agua se conviertan en montañas desérticas. Claro, no estaríamos de un régimen sordo y soberbio que no defiende sino los intereses de sus cómplices, no es sino observar el otorgamiento de licencias ambientales desde el Ministerio para destrozar el tapón del Darién, las minas de Cajamarca, la exploración y explotación incontrolada del petróleo para no mencionar los efectos sobre toda la riqueza de flora y fauna por la estúpida estrategia del Glifosato para “dizque acabar con los cultivos de coca. Si los gobernantes de los países productores de armas tomarán la decisión de no exportar más violencia a Afganistán y a Colombia y se gastarán esos inmensos recursos en estrategias de recuperación ambiental muy seguramente que otra sería nuestra triste realidad.
No es sino profundizar en las razones del porqué Uribe decidió ir a la Cumbre, no fue precisamente por sus “sensibilidad social y ambiental” sino para tratar de resarcirse de su equivocada política como la atrás mencionada y la inasistencia a la reunión de presidentes de la cuenca amazónica y al mutismo que mantiene ante las constantes peticiones de diversas organizaciones como Greenpeace sobre la importancia de tomar correctivos en la política ambiental. En la Cumbre se atrevió a hacer la declaración “acabemos con la retórica y formulemos acuerdos serios, no más ideologías requerimos soluciones”, realmente no es que uno quiera criticar pero esto no da más que risa.
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